Leí una vez una historia sobre un famoso experto en Marketing que una soleada mañana de Sábado paseaba por una calle cualquiera de una gran ciudad.
«En su acera había una persona de rodillas pidiendo limosna, a su lado en un cartel de cartón se podía leer: «No tengo dinero, pido ayuda para vivir».
Los transeúntes observaban la escena pero pasaban de largo. El experto se detuvo, habló unas palabras con el indigente, cogió otro cartón y escribió: «Hoy ha salido un gran día. Desgraciadamente yo no podré disfrutarlo…»
Instantes después el recipiente del dinero empezó a recibir monedas…»
Cuando comuniquemos hagamos sentir al cliente, prendamos esa chispa que le lleva a pasar a la acción.
Dicen los estudios que la publicidad que gusta vende más, aquella que nos emociona, que nos hace sentir. Además es más fácil que se recuerde, recordamos aquello que despierta nuestros sentimientos.
Como prueba, recuerda alguien con exactitud lo que hizo el martes de la semana pasada a las 3:30 de la tarde…
Probablemente nadie lo recordará, pero desgraciadamente todos sabéis lo que hacíais el 11 – 09 – 2001 cuando os enterasteis de los atentados de las torres gemelas.
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