«…Llegó un forastero a un pueblo del salvaje oeste.
Accediendo por una polvorienta calle, se sorprendió de la habilidad de alguno de los pistoleros de la ciudad. A los lados, dibujadas en las paredes, se podían ver multitud de dianas con una bala incrustada en el mismísimo centro.
Maravillado ante la pericia de aquel tirador, decidió preguntarle a un joven que descansaba sentado en la puerta del salón.
¿Desearía conocer al autor de esos precisos disparos? – inquirió
El joven sin decir nada, sonrió y se metió en un pequeño callejon…
A los pocos segundos apareció con un personaje de aspecto desaliñado y raras maneras.
Ante usted Billy Simplan el pistolero más hábil de Market City – dijo con una sonrisa mal disimulada.
El forastero le pregunto con ínquietud si podía hacerle una demostración.
Billy saco su colt como respuesta y disparó sobre la madera de la pared de enfrente.
A continuación, con una tranquilidad pasmosa, saco una tiza del bolsillo de su chaleco y rodeando el lugar donde la bala había impactado dibujo una perfecta diana…»
Esto es lo que ocurre en muchas empresas, que realizan acciones de marketing sin ninguna planificación previa y en este caso, desgraciadamente, el blanco no podemos pintarlo después de disparar.
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