En una plaza cualquiera de un pueblo, se reunían algunos vecinos para disfrutar de las últimas horas de la tarde en un caluroso verano. Pasaban el fin de la jornada burlándose de un joven de la localidad al que llamaban «el tonto del pueblo».
La diversión consistía en darle a elegir a dicho joven entre dos monedas: Una de gran tamaño valorada en 100 reales y otra de pequeñas dimensiones cuyo valor eran 500 reales.
Las risas de los asistentes rompían la tarde cuando el joven, una y otra vez, siempre escogía la moneda grande.
Un día de aquellos, un forastero que había contemplado la escena, llamó al joven y le preguntó:
– ¿No te das cuenta de que la moneda que escoges vale 5 veces menos aunque sea más grande?
A lo que el «tonto» contestó:
– Claro que me doy cuenta, lo que ocurre es que el día que escoja esa moneda se acabó el juego…
Que conclusiones sacamos de la historia, aplicadas al mundo de la empresa:
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Aprendamos a leer entrelíneas y no subestimemos a nuestros adversarios.
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Orientemos nuestras acciones al objetivo que queremos conseguir y no a la situación.
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La avaricia rompe el saco.
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En el mundo del marketing y de la empresa, a veces, las cosas no son lo que parecen.
Jejejej, muy muy bueno… excelente historia…