He hablado muchas veces del marketing sensorial y en concreto del marketing olfativo: perfumes que huelen a coche nuevo, olores genuinos como el de los aviones de Singapur Airlines o difusores con olor a cesped.

Nuestro olfato percibe multitud de olores que posibilitan que nos encontremos a gusto, ya que nos producen sensaciones agradables, las cuales incitan a la compra. Estudios científicos dicen que las personas somos capaces de memorizar hasta siete veces más lo que olemos que lo que vemos.

La agencia Aromarketing repartió, en miles de cines, ventiladores de mano con olor a donut durante la promoción en EEUU de la película los Simpsons.

Disney fue el primer parque temático en utilizar acciones de marketing olfativo, introduciendo en sus calles una fragancia con un olor peculiar y reconocible de palomitas, de esta forma incitaba al consumo a sus visitantes.

En definitiva, el marketing olfativo funciona en todo tipo de negocios en los que se utilizan fragancias que permiten transmitir valores de la propia marca, los logos olfativos.
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