Conocer las costumbres culturales, sociales y religiosas de un país es vital si pretendemos establecer relaciones comerciales con ellos. Por ello, si decidimos internacionalizar nuestra empresa, será preciso adaptarnos a las diferencias culturales y religiosas del país en cuestión.

Un motivo religioso, la prohibición de mezclar lino y algodón ha obligado a Zara a retirar del mercado israelí parte de su producción, un error con un coste de imagen difícil de cuantificar.

Como ejemplo curioso, extrapolable de alguna manera al mundo de los negocios; Carmen Cuadrado escribe en su libro «Protocolo de las relaciones internacionales de la empresa y los negocios» la siguiente historia:

«Una pareja de europeos que viajaba con su perro por un país asiático, decidió entrar a comer en un restaurante típico de la zona. Dejaron al animal en custodia y se sentaron a esperar que trajeran la carta. Cual sería su sorpresa cuando el camarero apareció con un suculento plato de carne y lo deposito sonriente en la mesa…Estaban en un restaurante donde los clientes acudían con su animal de compañía para que ¡¡lo cocinasen!!

Si ya es importante conocer la idiosincrasia de nuestros clientes y colaboradores cuando pertenecen a nuestra misma cultura más lo será si pertenecen a mundos distintos.
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