«No es personal Tom, sólo negocios»
Michael Corleone (Al Pacino) – El Padrino
Con el tiempo aprendí qué hay que vivir con los pies en suelo, la cabeza en las estrellas y el corazón siempre en la mano. Nuestro único objetivo vital es que cuando abandonemos este mundo loco, complejo y ambiguo, quede un poco mejor que cuando llegamos. Comprendí que la mayoría de nuestros sueños los absorberá el desagüe de la complacencia, por lo que es vital mantener ilusiones y quimeras varias que nos permitan deambular con decisión por estos caminos inciertos. Por ello, debemos perseverar, ya que lo importante es continuar andando porque la única batalla que se pierde es la que se abandona.
Asimilé con extraña claridad que para sentirse realmente bien, es fundamental que el niño que fui deje de avergonzarse del hombre en que me he convertido, porqué sólo los ojos infantiles tienen la capacidad de asombrarse de todo. Volviendo a recuperar esa niñez perdida, rescatamos la esencia de las cosas, la pureza creativa sin filtros, el aquí y el ahora, la ilusión en estrellas lejanas… la pura vida.
El devenir es un sendero que sube y baja, ora se estrecha ora gana amplitud, unas veces te desplazas sobre suelo llano y en otras ocasiones las piedras revolotean bajo tus pies dificultándote el camino. La calma reina antes y después de la tormenta, y más allá de esas oscuras nubes que anuncian la tempestad, siempre vuelve a brillar un reluciente arco iris.
Entendí que la única verdad absoluta es la duda, y el cambio constante es lo que gobierna ese universo infinito que se muestra allá arriba. Nada es verdad ni mentira y el espectador, por el mero hecho de serlo, modifica la realidad que está observando, de su percepción emana su comprensión del entorno que le rodea.
Vislumbré la belleza de lo simple, la magia de cada momento, la importancia de los pequeños detalles y la extensa información que proporciona el silencio porque, a veces, para ver de verdad es preciso cerrar los ojos. En el interior de cada uno habita el cambio que el mundo necesita ya que, como planteaba el novelista francés, Marcel Proust, cuando tú cambias, aunque nada cambie, todo cambia.
Hay palabras que se las lleva el viento, pero otras quedan grabadas a fuego en la memoria de los hombres porque se refrendan con la fuerza de los hechos. El mundo evoluciona con tu ejemplo, no con tus dichos deshilachados por la telaraña social y los gestos, son solo eso… gestos, si no somos capaces de remangarnos para empezar a tirar del carro de la pasividad. Lo importante no es luchar para ser primero si no ser el primero en luchar.
El liderazgo es una mentira que inventaron los que no desean asumir responsabilidades y dentro de cada uno debe prender la mecha que encienda la pólvora de la evolución, el interruptor que genere la energía más poderosa que existe… la voluntad. Un brío que aderezado con constancia y talento, es la única fuerza que modifica el statu quo y proporciona aire fresco.
En una época de luces y estrellas, de artificios y fachadas de naipes, busca ese espíritu que impregne de verdad tu ser y céntrate en lo que de verdad importa. Recuerda que es personal, que los negocios sólo son negocios, y la existencia es como un chiste, no importa lo que dura sino lo que te ríes… Salud, alegría y mucha vida