Podríamos poner muchos ejemplos sucedidos a lo largo de la historia en diferentes ámbitos y en los que se pone de manifiesto la especial relevancia de la velocidad, pero hay uno en materia deportiva que creo que es un fiel reflejo de esta idea. Es el caso del atleta estadounidense Dick Fosbury, que siendo un atleta casi desconocido logró la medalla de oro en salto de altura en los J.J.O.O. de México 68 con un estilo de salto desconocido por aquel entonces. Probablemente no era el saltador más dotado de su época ni tenía excesivamente perfeccionado su estilo de salto (jamás volvió a clasificarse para unos Juegos Olímpicos), pero gracias a su gran innovación consiguió ser campeón olímpico y cambió para siempre la forma de entender el salto de altura. Hoy en día todos los saltadores de altura de élite emplean el Fosbury Flop, y su mayor eficacia esta totalmente demostrada.
Colablogración: La importancia de la velocidad
Algunas veces tenemos buenas ideas que luego nunca llegamos a realizar. En ocasiones no fructifican por pura desidia, pero otras muchas nos tiramos de los pelos al ver como alguien se ha adelantado y ha llevado a cabo esa idea que nosotros todavía estábamos perfeccionando.
Tener ideas innovadoras, creativas, originales etc. suele ser sinónimo de éxito siempre y cuando haya detrás un buen soporte de trabajo y aptitudes. Pero al margen de todos estos factores, hay uno que a menudo pasa desapercibido y que no por ello es menos importante. Estamos hablando de “la velocidad”. A veces perdemos tanto tiempo en perfeccionar ideas (quizá por miedo a no tenerlo todo bajo control), que cuando nos queremos dar cuenta ya se nos han adelantado, ha habido alguien más rápido que nosotros y nos ha robado el factor sorpresa de ser pioneros.
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