Decía Henry Ford que sólo había una cosa más cara que formar a un trabajador y que se fuera, no formarlo y que continuara en la empresa. En esta línea, la formación continua sigue siendo un elemento esencial para continuar siendo competitivos en el mercado. A pesar de que muchas empresas se hayan olvidado de ella en estos momentos difíciles, incurriendo en una nueva miopía y volviéndose a centrar en el corto plazo.
En un entorno variable y complejo es vital la actualización de conocimientos que nos permitan adaptarnos con facilidad a los nuevos retos que nos plantea el mercado. Por lo tanto la inversión en formación es una de las más rentables, siempre que el proceso formativo proporcione a los colaboradores las herramientas necesarias para desenvolverse en su quehacer diario. Una formación muy práctica y aplicable al día a día, que realmente mejore las competencias del trabajador y que revierta en beneficio de la empresa.
Para ello considero fundamentales los siguientes puntos que debe cumplir el proceso formativo para que sea realmente útil:
- Adaptada a las características del trabajador y su función en la empresa.
- Personalizada para la empresa, departamento y personas.
- A ras de suelo y de aplicación inmediata al día a día
- Fundamentada en el aprendizaje de herramientas, habilidades, recetas…
- Debe invitar a la reflexión, al debate, a cuestionarnos la forma de hacer las cosas.
Que razón tienes. A ver si lo entienden las empresas.
Un saludo