Mensajes Silenciosos II

«Habla para que yo te conozca.»

Sócrates

Continuando con el artículo de la semana pasada, sigo analizando movimientos y gestos que realizamos con nuestro cuerpo que generalmente trasmiten más información que nuestras palabras.

 

Todas estas posturas están mandando mensajes silenciosos a nuestros interlocutores, en ocasiones contradiciendo nuestra comunicación verbal.

Las manos:

Las manos se deben aprovechar para complementar nuestras palabras y dar mayor fuerza a nuestra conversación. No las utilices inútilmente y mucho menos para hacer cualquier cosa que distraiga a la otra persona. Evita que manipulen de forma nerviosa cualquier objeto (Anillos, bolígrafos…) Tampoco las uses violentamente, palmoteando o pasándoselas casi en el rostro a la otra persona.

·Los gestos de las manos sobre el rostro: Normalmente estos gestos son vestigios de la infancia, que van desapareciendo durante el crecimiento, pero que siguen conservando un gran poder comunicativo. Cuando un cliente se afloja el cuello de la camisa, se rasca el cuello, el lóbulo de la oreja, un ojo, la nariz, y desde luego si bosteza, podría estar mostrando desinterés o incomodidad con la conversación. Por el contrario, si se acaricia ligeramente la barbilla, apoya sobre el puño cerrado la barbilla o apoya su cara sobre el puño manteniendo el dedo índice extendido sobre la mejilla, podría estar mostrando interés y curiosidad por la conversación. Acariciarse la barbilla suele implicar reflexión.

·Frotarse las manos denota impaciencia o que la acción que se está realizando va a tener resultados positivos.

·Golpear ligeramente los dedos trasmite impaciencia, en cambio entrelazarlos muestra seguridad, autoridad.

·Sentarse con las manos agarrando la cabeza por detrás implica seguridad en si mismo y superioridad.

·La palma de la mano abierta es muestra de sinceridad, franqueza.

·Jugar con el cabello suele ser signo de inseguridad y falta de confianza.

·Frotarse un ojo puede implicar duda

·Dar la mano con seguridad: La mano ha de darse con seguridad y cordialidad, especialmente en interacciones comerciales.

William F. Chaplin y su equipo, del Departamento de Psicología de la Universidad de Alabama, en EEUU, habla en un estudio publicado en el último número de la revista de la Asociación Americana de Psicología (Journal of Personality and Social Psychology ) de toda la información que proporcionamos cuando damos la mano.

Cuando estrechamos la mano obtenemos información acerca de la personalidad de nuestro interlocutor y de su comportamiento, además de forjarnos una primera impresión del mismo.

La mano siempre la daremos con firmeza, perpendicular al suelo, mirando a los ojos y con los hombros paralelos, sin que ninguna de las partes tenga que forzar el gesto. Tengamos cuidado de que nuestra mano no este húmeda o demasiado fría y si estamos sentados es conveniente que nos levantemos.

Evitaremos la denominada «mano pez» que apenas desea el contacto y da sensación de timidez e inseguridad. Así como la «mano del forzudo», la de aquellos que aprietan con excesiva fuerza, que denota mala educación.

En caso de un hombre y una mujer siempre le ofreceremos la mano, en ocasiones será ella la que decidirá dar dos besos.

El cuerpo:

Controlar los movimientos corporales: No deben ser excesivos. Hemos de evitar balancearnos  para no mostrar una imagen de inestabilidad y los gestos que demuestran incomodidad o intranquilidad debemos evitarlos y observarlos en nuestros clientes. Cualquier movimiento hacia delante indica interés por la conversación, de la misma forma alejar el cuerpo indica desinterés.

Nunca permanezca de pie cuando los demás están sentados, amenos que su intención sea la de dominarlos o intimidarlos. La estatura es una señal poderosa de dominio.

Sentarnos de la manera adecuada: Aprende a sentarte tranquilo y comportarte cuando se escucha. Reparte equitativamente el peso de tu cuerpo para no cansarte mientas estás sentado conversando. Si te sientas en el borde de la silla, es indicativo que deseas irte tan pronto como sea posible. Si cambias constantemente de posición, estás expresando a gritos que estás aburrido. Si mueves incesantemente los pies durante la conversación, tu interlocutor pensará que estás molesto, inseguro, irritado, nervioso, cansado o aburrido. Sitúate en una posición cómoda y descansada que te permita respirar mejor y manejar mejor tu voz.

Muestra siempre las manos encima de la mesa.

Cualquier incorporación hacia delante mostrará interés, cualquier incorporación hacia detrás trasmitirá desatención.

PARA CONCLUIR:

Como exponía en la semana anterior…

  • Podemos extraer mucha información sobre los estados de ánimo y formas de actuación de las personas con la simple observación.
  • El análisis de la comunicación no verbal debe hacerse en un contexto de comunicación determinado por lo que no sería correcto interpretar los gestos de forma aislada.
  • En ocasiones estos mensajes silenciosos son más ruidosos que el más escandaloso de los gritos.

 

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