
Vencer el miedo. El miedo es una emoción caracterizada por un intenso sentimiento habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente o futuro. Se trata de un elemento inseparable del ser humano y condiciona nuestras actuaciones.
Contrariamente a lo que se puede pensar, el miedo no siempre es perjudicial. Es lo que nos mantiene vivos ya que nos permite ser precavidos y prudentes. El problema es cuando se metamorfosea en pánico y nos paraliza, dificultando nuestras acciones y mermando nuestras habilidades. En ese momento, nuestros temores se transforman en los muros de una cárcel que nos recluye y nos hace perder la libertad.
Por lo tanto, es bueno que diferenciemos el miedo que aporta prudencia y el miedo que se convierte en pánico. En la situación actual son muchos los miedos “pánico” que pueblan nuestra mente.
En la mayoría de los casos, hablamos de miedos que autogeneramos y que no son reales. Que parten de lo que el budismo denomina engaños, es decir, maneras distorsionadas de percibirnos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. Si nos esforzamos en controlar nuestra mente y reflexionamos sobre aquello a lo que tememos, conseguiremos acabar con la mayoría de los miedos que nos oprimen.
El budismo habla también de un miedo impropio y un miedo apropiado. En el primer caso tenemos miedo a algo que no puede perjudicarnos o que no podemos evitar como los insectos o la muerte. En el segundo se basa en un peligro real para el que podemos tomar medidas que nos permitan evitarlo.
Me gusta hablar de las tres R del miedo. El terror que tenemos al ridículo, al rechazo o a la renovación, aspectos que impiden que crezcamos personal y profesionalmente.
Miedo al ridículo
Me refiero al miedo al fracaso, a no hacerlo bien o acorde con las expectativas de otros. Este miedo nos hace tener una aversión preocupante al riesgo e impide la toma fluida de decisiones que veíamos en el primer capítulo por temor a equivocarnos. Recuerde siempre que lo importante es estar en paz con uno mismo.
Miedo al rechazo
El miedo a no ser admitido dentro de la “manada”, a que nos dejen de lado, hace que nos centremos en la normalidad y evita que desarrollemos todo nuestro potencial. Impide ir contracorriente y guiarnos por nuestras convicciones.
Miedo a la renovación
Miedo a cambiar, a salir de la famosa “zona de confort” debido al desconocimiento que genera. Este cambio puede suponer una pérdida de control de aquello que nos rodea. Ese ámbito confortable proporciona una falsa sensación de seguridad de la que es preciso salir, traspasar el umbral que nos lleve a conocer todo el potencial que poseemos dentro y aprender a convivir con la incertidumbre, que es el peaje que tenemos que pagar por ser realmente libres.
Vencer el miedo. Un extracto de El Penalti de Panenka |Una parábola de Marketing, Innovación y Personas
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