Gestionar la adversidad

Gestionar la adversidad

Gestionar la adversidad. John Lennon decía que “la vida es aquello que te va sucediendo mientras estás ocupado haciendo otros planes”. Tenía razón el inglés, realmente nos dejamos arrastrar por las corrientes del pasado y los vientos futuros, sin pensar en el cálido abrazo de cada instante. 

Hace unos cinco años, decidí hacer un plan, denominado 9J45, que establecía la ruta a seguir para llegar al lugar donde deseaba estar, tanto a nivel personal como profesional, cuando cumpliera los cuarenta y cinco años. En el mismo, se detallaban las acciones para alcanzar las metas y los objetivos predefinidos, fundamentado en que continuaría circulando por una plácida autovía. Desconocía, en ese momento que, en ocasiones, el devenir da un golpe de volante y de repente pasas a transitar por una estrecha carretera secundaria o un angosto camino sin asfaltar.

En estas vías todo sucede despacio, la velocidad disminuye y se saborea mejor el paisaje pero es más difícil encontrar el camino de vuelta. Los tiempos se dilatan y el vehículo sufre un mayor desgaste, los mapas se tornan confusos y los GPS no funcionan correctamente, llevándote al mismo punto una y otra vez. Afortunadamente siempre existe un camino.

SERENIDAD Y FORTALEZA

Al teólogo estadounidense Reinhold Niebuhr, se le atribuye la Plegaria de la Serenidad que se inicia con las siguientes palabras: “Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar, valor para cambiar lo que soy capaz de cambiar y sabiduría para entender la diferencia”. En estos tiempos, convulsos e inciertos, es clave enfocar nuestros esfuerzos en aquello que depende de nosotros y mantener la calma ante las vicisitudes sobre las que no podemos hacer nada.

Mientras el polvo cubre la carrocería del coche, puedes disfrutar de parajes maravillosos poco transitados y enclaves especiales que serás incapaz de paladear si te agobia la estrechez de la ruta o tienes excesiva prisa por llegar. Al principio cuesta adaptarse y es precio prestar atención a las irregularidades del firme. Al final, comprendes que es fundamental aprender a convivir con la adversidad y que en un piano se mezclan las teclas blancas y las negras, todas ellas esenciales para componer la más bella de las melodías.

Gestionar la adversidad es adecuar el ritmo y el rumbo a los caprichos del devenir. Probablemente, para regresar a los carriles dobles y amplios hay que dejarse llevar, escuchar al corazón y seguir hacia delante. Si no sabes a dónde vas, cualquier camino te llevará allí. Quizás estaba equivocado, ciertamente debemos prestar menos atención al destino para poner el foco en cada momento del viaje porque, a veces, un solo segundo puede durar eternamente.

Vivir es caminar aprendiendo a morir, embriagándonos de aquello que nos envuelve a cada paso. Nuestro único horizonte es el día que amanece y sus 86.400 segundos su tesoro más preciado, porque cómo exponía José Luis Sampedro el tiempo no es oro, es vida. Y en la vida, lo que viene, conviene.

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