El holandés volador… voló

Recupero mi homenaje a Johan Cruyff en el Diario del Altoaragón con motivo de su fallecimiento. El técnico supuso una disrupción en muchos ámbitos relacionados con la gestión del juego y de su entorno…

Como lo hacía sobre la verde pradera entre extremidades contrarias, el holandés volador levantó el vuelo. Aquel joven espigado que sorteaba piernas con  elegancia extrema y una sensación de finura, rasgada por un violento cambio de ritmo que dejaba petrificados a los defensas, se marchó.

Cruyff fue un revolucionario que cambio la forma de entender muchas de las cosas relacionadas con el deporte rey. Desde la dinámica del juego a la gestión contractual, pasando por la publicidad o las relaciones internas. Su vida está salpicada de anécdotas que esbozan una personalidad muy marcada y un carácter indomable. Consciente del poder de la diferencia, sentó las bases de una forma de comprender el fútbol alejada del hermetismo táctico y de la condición física, fundamentada en la libertad del artista para expresarse, la velocidad del balón y el ataque como mejor defensa.

El flaco fue pionero en incorporar al manager como asistente del futbolista, en la figura de su suegro Cor Coster, o en redefinir las retribuciones económicas en el trinomio club – sponsor – jugador cuando se negó a llevar la camiseta de la marca Adidas en el mundial que, a pesar de ser subcampeones,  encumbró a los componentes de la naranja mecánica como los abanderados del fútbol total. Si observan las fotos de aquel campeonato podrán comprobar como todos los compañeros del holandés vestían la zamarra de la marca alemana con sus clásicas tres rayas mientras en su elástica naranja, con el catorce a la espalda, descansaban únicamente dos.

Como entrenador nos regaló la esencia de lo que sería el “tiki – taka”, difuminando esa delgada línea roja que separa la genialidad de la locura, mezclando decisiones fantásticas con otras surrealistas que construyeron los cimientos de una filosofía balompédica que ha maravillado al mundo en los últimos años. Poco habilidoso con el uso del lenguaje pero con una visión futbolística privilegiada, acompañada de una forma peculiar de gestionar el grupo, llevó al F. C. Barcelona a la cima del balompié europeo. Johan tenía claro que no había que tratar a todos los futbolistas igual y defendía que al jugador se le juzgaba por su rendimiento en los noventa minutos que permanecía sobre el césped y no en lo que hacía o dejaba de hacer fuera de él.

 El futbolista ágil y arrogante, el entrenador lúcido y visionario perdió su último partido pero ganó el campeonato y su legado multidisciplinar permanecerá en los anales del tiempo.  Un genio de quijotesca figura que firmó momentos mágicos tanto en el campo como en los banquillos.

Cuentan que a los miembros del “Dream Team” barcelonés, en aquella mítica final de Wembley, antes de salir del vestuario les dijo: “Ahora salgan ahí fuera y diviértanse”. Muchas gracias Johan Cruyff por tanta diversión.