Deambulamos en unos tiempos volubles que el gobierno americano denominó VUCA, refiriéndose a un entorno Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo. Un futuro próximo donde la clave ya no reside en conocer las respuestas sino en formularnos las preguntas adecuadas.
Convivimos en un presente de extremos, un hábitat monocromo en el que desaparecen los matices y se difumina el término medio. Triunfan los “ismos” y bandos opuestos se parapetan en sus respectivas trincheras.
El pensamiento crítico ha muerto, la reflexión pausada ha dado paso a la opinión vertiginosa, fundamentada en los dictámenes de hordas de “todólogos” que escupen sus comentarios fáciles en los mundos digitales. Opinamos con el dictamen de otros y construimos, a partir de ello, verdades absolutas que lanzamos al viento como proyectiles explosivos.
La inmediatez se alza imponente en unos tiempos donde lo queremos todo ya, haciendo caso omiso de la necesidad de mezclar sacrificio y experiencia con objeto de alcanzar mejores resultados. La maduración y el esfuerzo siguen siendo fundamentales para escalar las más altas cotas.
Construimos una realidad paralela e idealizada, que mostramos a los cuatro vientos en los medios sociales. Sólo la forma importa, y el maquillaje se erige como el elixir mágico que todo lo puede. Narciso vuelve a casa para quedarse, embobado al contemplar su rostro en el espejo del lago.
Los hechos y las acciones sucumben ante las palabras y los gestos. Adictos a la figuración, han hecho de la foto la razón de su existir, lo único que vale es parecer. Individuos de cartón pluma, que han edificado fachadas que se desmoronarán como castillos de naipes, han hecho de la apariencia su modo de vida. Estos elementos, buscan la ejemplaridad mediante la exposición pública enfermiza y no a través del desarrollo de acciones loables y dignas de admiración que lo conviertan en un hombre ejemplar. En relación con lo anterior, decía el intelectual alemán Johann Wolfgang von Goethe, que «los perezosos siempre hablan de lo que piensan hacer, de lo que harán; los que de verdad hacen algo no tienen tiempo de hablar ni de lo que hacen«.
Ante esta modernidad líquida, que planteaba Zygmunt Bauman, no hay nada más revolucionario que la reflexión severa que parta del análisis de los distintos hechos y puntos de vista. Nada más zen que el equilibrio, frente a los extremos, porque la virtud reside en el camino medio. Y nada más admirable que la acción, en contraposición de las palabras vanas, porque el mundo cambia con tu ejemplo no con tu opinión.
Tribuna publicada en Diario del Altoaragón