Patria y Libertad

Patria y libertad. Mi patria reside en todos los libros que una vez leí, en los abrazos al llegar a casa, en la sonrisa de los críos y en aquellos sueños que guían mis pasos. Habita en todos los lugares a los que regresar cuando cesa la tormenta, en tu mirada, en los besos repartidos y en el niño que una vez fui.

Mi nación vive detrás de sus banderas, se ubica en ese horizonte eterno que refulge con la salida del astro rey y fenece cuando un sol incandescente se funde con la tierra. Nace en las mañanas perezosas y en las tardes al calor del hogar, en el aroma de la hierba fresca en primavera y el olor del humo de chimeneas en el frío de la aurora.

Mi país surge de las conversaciones amables y del entrechocar de las copas, de los proyectos comunes y los anhelos compartidos. Crece con nuestros sueños, con los vuestros, con el camino recorrido, con el sudor de la frente, porque el futuro no es lo que va a pasar sino aquello que vamos haciendo día a día.

Nací aquí como podía haber nacido allí o allá, pues sólo el mero azar designa a los oriundos. Mi orgullo no lo construye los límites que marcan el territorio sino aquellas gentes que lo habitan, los hombros en los que apoyarse cuando vienen mal dadas, las miradas de comprensión y los gritos de ánimo, las alegrías y las tristezas de gentes nobles y honradas que deciden sumar, para multiplicar después, en vez de dividir.

Las únicas fronteras que designan mi tierra son los derechos de los otros porque nuestra libertad acaba cuando comienza la de los demás. El precio de esa libertad es la incertidumbre y la necesidad de ejercerla con responsabilidad para que no coarte a otros.

Mi único estandarte

Mi único estandarte es el compromiso de contribuir a hacer un mundo mejor, la obsesión por dar sentido a nuestro efímero paso por este planeta que llaman tierra, el afán de trascender y plantar semillas que generen prosperidad en aquellos que vengan después.

Dicen que una mentira repetida muchas veces, y defendida por muchos, se puede convertir en una verdad pero, no se equivoquen, el estudio concienzudo, la historia y los hechos contrastados hacen que las certezas emerjan y lo justo adquiera la relevancia que merece.

El tiempo es vida, un recurso escaso que no conviene desperdiciar en conflictos anacrónicos y marchitos. Son tiempos de sumar y multiplicar, de caminar juntos con la humildad de no sentirnos ni superiores ni inferiores a nadie.

Las ideologías al uso son idearios enlatados que evitan el pensamiento crítico y simplifican la existencia de algunos. En esta época de trincheras y opuestos, el camino medio se convierte en una vía que facilita el consenso, el equilibrio entre los extremos.

Mi bandera tiene un millón de estrellas y ondea en ese universo tan infinito como la estupidez del hombre. Al caer la noche, un pendón se despliega sobre las cabezas de aquellos que sueñan con construir un mundo mejor.

Leer el Penalti de Panenka

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